El tunel del tiempo

Ahora, Lunes, Miércoles y Viernes de 9 a 10 de la Noche

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Emofobia: Entre lo grotesco y lo ridículo




Antes de iniciar con esta breve perorata debo aclarar que estoy totalmente en contra de la moda emo. Tal vez sea lo más desagradable que ha existido, después del servilismo poético y la literatura indígena turística.
Estoy hablando por los acontecimientos que tuvieron lugar en Querétaro. Un grupo de muchachos organizaron una marcha anti-emos, lograron armar todo el teatrito con los blogs, mensajes al celular y un poco de ayuda (según mi entendimiento) de Kristoff (para el que no goce del privilegio del telehit: Kristoff es un nefasto conductor al que le pagan por hacer lo mismo que Polo Polo, pero en versión pioja).
La marcha, al parecer siguió el desarrollo normal de toda marcha, a saber: multitud apática, aparición del caudillo (o el gritaconsignasmamonas, según el diccionario de las protestas estúpidas de Isaac Ventura), calentamiento de la masa, clímax, desenlace. Sin embargo llegaron al parque central, el cuál querían “recuperar”. Ahí, agarraron a un grupito de emos y le cayeron a golpes. Mientras la multitud coreaba “quiere llorar”.
Pobres. A mi no me importa que tan ofensivos o inofensivos sean. Es un hecho que son una expresión pacata de una moda posmoderna. Claro, los emos no saben que son las víctimas del marketing que tantas lágrimas les produce. Es un hecho: el emo es un sujeto de consumo, al encontrar puro significante vaciado de significado (o sea pura expresión sin emoción) comienza a consumir (o comprar) el significado de las “emo”-ciones a base de camisitas, maquillajes y otras tonterias.
El emo se diferencia del neo-jipiteca y del tamborilero por una sencilla razón: el emo se baña. Sin embargo los tres son igual de intrascendentes. Y así deberían ser tratados.
La otra vez discutíamos en la oficina. ¿Cuál es la diferencia entre un matrimonio arreglado entre una niña de 12 años y un hombre de 60 (en la india) y la pederastia que se da como caso recurrente en la iglesia católica?. En el primer caso, y mirándolo desde un ángulo relativista, el matrimonio no está hablándonos de una relación de abuso de poder. En todo caso estamos hablando de que es necesaria una lectura feminazi para deconstruir el hecho. Sin embargo, en mi caricatura este matrimonio es deseado por los dos e incitado por los contextos sociales de ambas partes. Mientas que el ser un pederasta es un abuso del poder (autoridad) que le confiere no sólo la sociedad sino también la edad.
Lo mismo sucede. No estoy en contra de golpear emos. Estoy en contra del abuso de poder del que fueron víctimas.
Ahora bien, avanzando un poco más en el asunto. El noticiero hizo un sondeo para conocer las razones de golpear a los “emos”, el personaje entrevistado respondió: “Es que se iban ellos sólos a la esquinita de la plaza, y estaban ahí y si pasabas te veían feo, además los niños parecen niñas”.
No me importa lo que la gente haga, lo que me importa es que tengan una razón de peso para hacerlo. ¿Qué clase de razón es “los niños parecen niñas”?. No quiero meterme en problemas feministas de discriminación y opresión patriarcal, etcétera. Pero incluso hubiese condenado menos el “movimiento anti-emo” si el sujeto hubiera dicho “porque sí” o “porque me caen mal”.
Más válido que una respuesta que habla más de la estupidez de la marcha que de lo despreciables que son los emos.
Muchas veces me pregunto: ¿para qué escribir? ¿Para qué pintar? ¿Para qué tomarse la molestia de leer a Borges o ver una película de Kurosawa? Muchas personas ignoran quién es Remedios Varo o Emilio Carballido y probablemente morirán sin saberlo. No pasará nada. Las respuestas me las otorgan hechos vergonzosos como los que tuvieron lugar en Querétaro. El estudio de la historia, la filosofía y la literatura sirven para expandir nuestro limitado sentido de la vista y nuestro escaso intelecto: sencillamente para evitar que actos violentos como estos vuelvan a ocurrir.
Si el hecho se hubiera reducido a la marcha de unos jóvenes, los calificativos girarían en torno a lo ocioso del asunto y a la intolerancia de unos cuantos imbéciles. Hay problemas más importantes en nuestro país como el narcotráfico, la hipocresía de la Iglesia católica, la corrupción de las autoridades, la violencia contra las mujeres y la pobreza en la que está sumida la mitad de la población. “Haz patria, mata a un emo” se suele decir en determinados sectores hoy en día; aunque suene cursi, deberíamos hacer patria esforzándonos por hacer un país mejor.
Todo esto de las actitudes convertidas en clichés del movimiento emo me parecen insulsas, su música me parece ingenua y, en general, no parece existir una base en este fenómeno social: los emos son un recipiente en donde convergen los movimientos punk, dark y gótico, con la freses de Hello Kitty, las películas de Tim Burton y los cómics y dibujos animados de Jhonen Vasquez. Sin embargo, el hecho de que yo opine esto con respecto a un grupo de adolescentes, no me otorga el derecho de violentar su integridad física o hacer a un lado sus derechos como individuos. Detrás de los ataques en Querétaro yacen actitudes como la intolerancia, la homofobia y una insensibilidad que se origina y anida en la ignorancia.
En fin, esta semana, si cuando salga por la calle veo a la comunidad emo les daré un abrazo para demostrar mis condolencias. Después, le diré que no me agrada... y a ver que pasa.
Gracias a Raúl P. N. y a y a Isaac V.R.

2 comentarios:

  m. Isaac. V.R.

21 de abril de 2008, 18:21

Alimentando mi ego por la red, encontré referencias a mi perorata contra los emos.
Que chido saber que las tecnologías si sirven.
Saludos!.

  El tunel del tiempo

4 de mayo de 2008, 21:57

Gracias por enviarme tu comentario es un honor que me escribas y agradezcas la citada referencia. Agradezco de mi parte que proporciones informacion a la gente que desea saber de verdad sobre ciertos tópicos. ¡Felicidades por eso!